agua viva

Vino una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: Dame de beber.
La mujer samaritana le dijo: ¿Como tu, siendo judío, me pides a mi de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos y samaritanos no se tratan entre si.
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber; tu le pedirías, y el te daría agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tiene con que sacarla, y el pozo es hondo. ¿De donde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tu mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron el, sus hijos y sus ganados?

Juan 4:7-12

Lo que realmente me habló esta vez de esta lectura es que la mujer samaritana por ella misma habría perdido la bendición, o el regalo de la agua viva porque su mente no lo podía comprender. Ella es como cada uno de nosotros, vamos por la vida sabiendo que Dios tiene algo bueno para nosotros, pero cuando El dice o hace algo que esta fuera de nuestra comprensión, nos cuesta aceptarlo. Ponemos escusas, nos quejamos, y si solo dijéramos: no lo entiendo, ¡pero lo quiero!
Quiero que mientras menos lo entienda mas preparada este para agarrarlo con todas mis fuerzas. Si dejara de tratar de comprender sus planes, y confiar en que El sabe lo que hace: ¿cuanto mas me podría cambiar, moldear y transformar? Mira lo que Jesús tenia, cuando ella solamente pensaba en agua común.

Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamas; sino que el agua que yo le daré sera en el una fuente de agua que salte para vida eterna.

Juan 4: 13,14